El Chaqueño, ovacionado en Lavalle
El músico salteño fue el más esperado en la segunda luna festivalera. Una gran multitud de asistentes corearon y bailaron al ritmo de sus clásicos en los 30 años del festival. La previa estuvo marcada por una gran presencia de artistas departamentales.
De a poco, el predio «Corazón Criollo», de Costa de Araujo, Lavalle, comenzó a tomar color con los acordes de las guitarras de los hermanos Guardia, el dúo local Vanguardia, que rompió el hielo con una sesión de cuerdas que incluyó polkas paraguayas, valses peruanos, tangos, y el infaltable «Pájaro campana» a pedido de los presentes.
Del otro lado del escenario varias familias se fueron sumando al festival, y también aportaron color y calor a la nublada noche lavallina. La conservadora, las sillas playeras, las canastas de mimbre, los vasos largos para el fernet, dibujaron el paisaje típico de cualquier festival. El del Melón y la Sandía no fue la excepción, en sus 30 años de vida sigue demostrando su encanto, y el por qué se ha convertido en el elegido, por varios mendocinos, para pasar estas noches de verano.
Ataviado con un poncho rojo y negro, y de sombrero se lo ve cómodamente disfrutando de la noche a Humberto (41), un lavallino de Cristo Salvatierra, junto a unos amigos. «Estoy vestido así por el Chaqueño Palavecino» afirma y cuenta que con este «hace 15 años que vengo al festival. Lo que más me gusta es que es un festival muy tradicional, muy cuyano»
De 17 años, Caleb llegó desde Santa Fe. Con una gran conservadora a cuesta, y con el apoyo logístico de varios primos, el joven en su primera vez en el festival, contó que viene exclusivamente a escuchar «Los jóvenes del folclore, de Los Álamos (Lavalle). Porque el bombista Nicolás Muñoz es mi primo». El rosarino que está de visita por nuestros pagos agregó: «me contaron que es un lindo festival. Lo disfrutaremos escuchando a mi primo tocar»
El olorcito a asado tentó a más de uno. Costillares y chivitos cocinándose a fuego lento invitaron a los presentes a degustar de la gastronomía tradicional. Pero también se hicieron presentes los típicos «pasteles fritos» en disco de arado. Para los más chicos: panchos, papas fritas y hamburguesas fueron el menú ideal.
¿Los precios? Tan variados, como la oferta gastronómica: desde un pancho a $20; pudiendo optar por una porción de chivo a $150 con ensalada y copa de vino, o una docena de pasteles a $80; hasta una parrillada completa, para dos, a $350.
Aunque otros, prefirieron traer los clásicos sanguchitos de milanesa, como Omar (32) quien llegó bien temprano junto a su esposa, sus dos pequeños hijos, el sobrino y la ahijada. «Venimos en familia preparados con el mate y algunos sanguchitos. Hace 4 años seguidos que venimos al festival, nos gusta mucho. Además, al Chaqueño lo seguimos a muerte» relata el joven lavallino, que tiene como tema preferido del Salteño «Amor salvaje».
Infaltable. Como en cada edición del festival del Melón y la Sandía, la edición número 30 no se la podía perder. Y allí también estuvo el loco Luis, con su sombrero con visera y chaleco fluorescente. Una especie de loco Juan lavallino. Bailando y haciéndose anfitrión de la organización de la noche festivalera, el querido personaje hizo sonreír al público con sus ocurrencias.
Artistas de la provincia y del departamento, entre músicos y bailarines; un cuadro folclórico dirigido por Pedro Marabini y con la participación de la cantante mendocina Anabel Molina, el cantante Andrés Yacopini, y el coreógrafo Enzo De Luca; y la coronación de la bella morocha Yamila Novoa, flamante reina del festival fue la antesala del gran recital del Chaqueño.
Minutos antes de las 2 de la madrugada del domingo, con los acordes de «De pura cepa» apareció en el escenario «Mari Carmen Orellano», Oscar Palavecino, «El chaqueño», desatando una verdadera fiesta.
El popular cantante norteño hizo un recorrido por su extensa discografía, en el que se destacaron temas como «Mi taleñita», «Yo soy de allá», «Juan de la calle», «La refranera», «Piel chaqueña», entre otros clásicos.
Algunas gotitas de lluvia y grandes nubarrones sólo fueron un susto, en una noche donde el tiempo acompañó, y el Chaqueño, como en cualquier escenario que sube, volvió a brillar y se llevó todos los elogios.